Ya sabemos que comer fruta es saludable. Cualquiera y a cualquier hora. Pero ¿cómo deberíamos consumirla? ¿Con piel o sin piel? Por una parte, se dice que en la piel hay nutrientes interesantes, pero por otra parte también se dice que puede tener pesticidas, así que ¿cuál es la mejor opción?
Muchas de las frutas que comemos se someten a procesos después de la cosecha que, entre otras cosas, tienen como fin la eliminación de sustancias indeseables de la superficie; no solo posibles restos de productos fitosanitarios, sino también restos de tierra, heces de pájaros, etc
Considerando eso, si nos gusta la fruta con piel, podemos comerla sin problema. Eso sí, debemos tener en cuenta algunas cosas.
La superficie de la fruta puede estar sucia (por ejemplo, puede tener bacterias patógenas), así que conviene lavarla antes de comerla. Para hacerlo es suficiente con frotar bien bajo el grifo (podemos utilizar un cepillo para facilitar la tarea).
También se recomienda, además, desinfectar las frutas, en caso de que se vayan a comer con piel. Una o dos gotas de solución de cloro en el agua.
De todo esto que acabamos de comentar podemos deducir que no es buena idea comer una manzana directamente del árbol, porque es posible que se acaben de aplicar productos fitosanitarios y además puede haber patógenos en la superficie.
¿La piel de la fruta está llena de nutrientes?
Es cierto que en la piel de muchas frutas hay una alta concentración de nutrientes interesantes, en relación con el peso y el espacio que ocupa con respecto a la pulpa. Es decir, en 10 gramos de piel de uvas hay más antioxidantes que en 10 gramos de pulpa de uvas, aunque lógicamente la piel ocupa menos peso y menos espacio que la pulpa en cada uno de los frutos. Hablamos por ejemplo de fibra, antioxidantes, vitaminas, minerales, etc.
Desde este punto de vista, es buena idea comer la fruta con piel… siempre que esta sea comestible, claro. Si hablamos de sandías, melones, naranjas o plátanos, por ejemplo, no es buena idea comerse la piel. No solo porque resulta desagradable, sino porque además no está pensada para ese fin, así que puede contener suciedad o incluso productos cuyo consumo no es recomendable (por ejemplo, la superficie de los cítricos suele tratarse con sustancias para evitar que crezcan mohos).
¿Qué hacemos entonces?
En cualquier caso, no deberíamos complicarnos la vida pensando en nutrientes, ni tampoco sufrir pensando en pesticidas. La solución es simple: la fruta es saludable. Si nos gusta y queremos comerla podemos hacerlo con piel, si es lo que queremos, eso sí, primero hay que lavarla o desinfectarla. Y si no nos gusta con piel, podemos pelarla y ya está.