Cada día con su noticia y cosas raras suenan en el asunto de la pandemia mundial. Parece que ahora -por lo menos en algunos lugares- no vamos a poder comulgar y las celebraciones de Semana Santa van
a estar restringidas, sobre todo en los templos católicos porque de otros cultos ni se ha mencionado casi nada.
Que las bolsas están en picada, que el dólar se dispara, que se suspenden eventos deportivos, que los cajeros de
los bancos limitan retiros, que todo el mundo con tapabocas, y miles de cosas más.
¿Y no habrá algunos que quieran sacar partido del asunto para cambiar el ritmo de vida del mundo actual e irnos familiarizando con restricciones a la libertad, porque es comprobado que la sociedad de hoy está dispuesta a
sacrificar libertad a cambio de salud y seguridad para seguir gozando la vida? El virus es un hecho, no hay la menor duda, las medidas son necesarias, pero también es cierto que algunos medios de comunicación promueven una especie de terrorismo biológico sin control.
Tampoco deja de ser curioso que sea precisamente Italia el segundo país con mayor número de contaminados,
como si fuera el que más comercio e intercambio de pasajeros tuviera con China.
La nación católica más numerosa de Europa y sede del papado. Salvo que se demuestre que los italianos son los
más débiles inmunológicamente de aquel continente y del mundo.
El amago de pandemia despeja por ahora varios interrogantes pero deja también muy claro que, en pleno siglo
XXI, la medicina está como en la antigüedad, o que los virus son más fuertes y nuevas enfermedades están trayendo el progreso materialista, cuando nos tenían convencidos que los antibióticos eran el gran avance de la medicina moderna.
Tal vez lo primero en materia de medidas sanitarias sería pedirles a ciertos pueblos de oriente un poco más higiene en sus costumbres particulares, porque es proverbial el poco cuidado en esa materia de aquellos pueblos.
Las medidas debieron ser más exigentes en puertos y aeropuertos una vez que se detectó el virus. No es coincidencia que la mayoría de esas pandemias han comenzado en Oriente desde los tiempos del Imperio Romano.
Pero se ha resuelto que el mundo entero se tensione como si fuera un experimento mediático, para ver cuál es
la reacción de una opinión pública amedrentada.
Un veterinario comentó que el coronavirus siempre ha existido especialmente entre algunos animales que los
chinos suelen comer.
Entonces es hora de que esos animales también se sometan a control, pero no se busque mantener a la gente tan asustada.
Faltará que también limiten la libertad de opinar y se instaure por fin la dictadura mundial que algunos sueñan.