El 7 de agosto de 2017 pasadas las 19:00 horas transcurría la noticia de su desaparición física.
El último adiós fue en la Catedral de San Fructuoso donde una multitud de fieles, amigos, la familia eclesiástica, su familia y todos aquellos que sintieron el deber de estar se acercaron para despedirlo.
Hombre cálido, con la palabra firme, conciliadora, buen comunicador, su mensaje llegaba a todos de forma clara y sin rodeos. Supo estar en las instancias que lo requerían y aquellas en las que su corazón que decían que debía estar.
Bonino fue nombrado obispo de la Diócesis Tacuarembó Rivera hace 29 años, en todos esos años se convirtió en un vecino más de todos, involucrado en muchas causas más allá de su cargo eclesiástico. Generador de espacios, motivador, conciliador brindando espacios a las minorías, escuchando y amplificando su voz. Defensor del medioambiente y del trabajo de los hombres, como lo hizo cuando URUPANEL cerró y él se unió al reclamo de los trabajadores. Integró activamente la Comisión de Tacuarembó por la vida y el agua.
Todos aquellos que alguna vez han tenido contacto, han dialogado o escuchado a Bonino recordarán su voz pausada, su calma, templanza y ánimo conciliador que transmitía.
Combatió la enfermedad que lo acaecía hasta que su corazón ya no quiso latir más. Tal vez él presentía que el momento de partir estaba cerca, ya que habría dicho a sus allegados que sus 70 años e retiraría e incluso presentó su carta de renuncia al Papa Francisco.
Residió por más de 30 años en Tacuarembó, lugar al cual quería y lo demostraba constantemente. Le transmitió a su familia ese amor, tal es así que su hermano Javier decidió quedarse a vivir aquí aunque su hermano ya no esté.
Fue un gran comunicador, en cada celebración, en cada contacto con las personas que interactuaba, y cada domingo al medio día, su voz pausada se escuchaba a través de Radio Zorriilla de San Martín con “Una pausa al mediodía”, donde expresaba su mensaje real y esperanzador.
A dos años de su partida recordamos un fragmento de uno de los tantos mensajes que nos ha dejado Julio César Bonino quien fuera Obispo de la Diócesis Tacuarembó – Rivera:
“Es corto el tiempo que tenemos para ir ocupando los lugares que nuestro camino de la vida vamos ocupando. Esa calidad de vivir peregrinando hacia la casa de nuestro Padre Dios, es algo que tenemos que los domingos recordar. De domingo en domingo vamos hospedándonos en las casas que vamos viviendo para llegar un día a la mansión eterna que llamamos cielo. No nos creamos que tengamos tanto tiempo para disfrutar del hospedaje que tenemos. Miremos con cariño y afecto las paredes y el hogar que nos cobija, miremos con sabiduría todas las carencias que podemos encontrar. Estamos de paso no lo tenemos que olvidar nunca”.