La situación social que vive nuestro país y la región como consecuencia de la pandemia de Coronavirus, ha permitido potenciar algunos emprendimientos, entre ellos un trabajo que promueve el rescate histórico y patrimonial de Tacuarembó. A través de la red social Facebook, fue creada la página «Fotos antiguas de Tacuarembó», en donde la comunidad participa activamente aportando materiales fotográficos e historias de vida sobre el antiguo Tacuarembó.
Desde anécdotas, hasta hechos puntuales son comentados a través de dicho medio de comunicación, generándose un ida y vuelta entre los ciudadanos. Por ese motivo, El Avisador se contactó con su creador, Schubert Flores.
¿Cómo surgió la idea de crear un grupo de imágenes antiguas de Tacuarembó en la red social Facebook?
—La idea estuvo desde siempre porque me atraen y apasionan, no solo las imágenes del pasado sino los objetos, personas, modas, costumbres, etc. Soy un investigador nato, vocación que se acentuó y perfeccionó con mi formación académica. Soy Licenciado en Ciencias Antropológicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde también curso la Licenciatura en Historia. Antes hice la carrera de Folklore (mención Culturas Tradicionales) en la Universidad Nacional de las Artes.
El arqueólogo lleva implícita la tarea de estimular la memoria colectiva, escarbar, hurgar, rescatar objetos y valores del pasado… A ello se suma el amor por Tacuarembó, pago con el que me identifico de manera suma.
¿Cuándo surgió la propuesta y dio inicio las primeras publicaciones. Pensabas que iba a tener tanta aceptación de la comunidad?
—El 12 de agosto del año pasado (2019), se concretó la idea.
Cabe acotar que mis conocimientos informáticos son básicos y este es el único Grupo activo que administro en esta red social, también la única de la que formo parte. Al día de hoy, ni siquiera uso celular.
Las primeras publicaciones las hice yo, con imágenes que tenía de Bernardino García (descendiente del cacique Sepé), Los Polqueros del Norte («Toto» Latorre, Luis Alberto Ferreira y Eulalio Sánchez), un paisano de la aparcería Juan Gastelú, Dúo El Viejito del Acordeón (a quien escuchaba en mi infancia rural allá por Paso Valdés), Severo
Nuñez, Florentino y doña Julia (la última cardadora de lana).
¡Ah! soy fotógrafo aficionado de toda la vida y, además, hacía años que bajo de internet y archivo fotografías interesantes.
De manera que tengo un respaldo de imágenes muy importante. En cada emprendimiento uno ansía y espera el crecimiento en cantidad y calidad, que suele ser exponencial porque un miembro invita a otro, este a dos y así se
multiplica. Más en esta era de las comunicaciones donde la frialdad tecnológica ha incomunicado a los seres humanos a niveles increíbles. La televisión y los móviles satelitales acabaron con los cines, la rueda de boliche, el campito para jugar a la pelota, a la bolita, remontar cometas, los clubes sociales…
Mientras ¡los seres humanos tiene necesidad de comunicarse, interactuar y reconocerse como personas!
Esta expectativa se cumplió paso a paso, hasta explotar con la llegada de la pandemia-coronavirus y la consecuente emergencia sanitaria: La cuarentena confinó a la gente a sus domicilios, hizo un alto en la vorágine
de actividades y encontró este canal de comunicación y/o relacionamiento, adecuado a sus necesidades espirituales. Un grupo que lo vincula con afectos, recuerdos, parientes, amigos perdidos.
Que lo remonta a su identidad y ancestros. Y le tomó el gusto a la investigación, hurgando en el baúl de los recuerdos, vivencias y objetos… La inserción popular del Grupo es formidable: el pueblo lo hizo suyo. Así se
autoconstruye y evoluciona día a día. Por supuesto que la instancia, superó las perspectivas y objetivos propuestos.
¿Eres consciente que junto a los usuarios se viene realizando un rescate de nuestra historia, la cultura y de
nuestro patrimonio?
Sí, porque ese es el propósito fundacional del Grupo, que están escritos desde el 12 de agosto: rescate de nuestra Cultura, Historia, Patrimonio, Folklore e Identidad. Además del relaciona-miento de sus integrantes (encuentro/reencuentro), citadinos; de los distintas localidades y parajes del departamento; y la diáspora tacuaremboense del país y del exterior.
Porque es increíble la cantidad de participantes esparcidos por el Uruguay y el mundo. La finalidad se apoya
en armonizar cantidad con calidad.
—El mayor logro del Grupo consiste en que nuestra gente tome conciencia de quiénes somos, de dónde venimos, de cuánto valemos, de la riqueza patrimonial y folklórica que atesoramos y nos rodea. Para apuntalar el porvenir y reafirmar valores identitarios. En este sentido, es admirable, la contribución de sus integrantes, que se interesan por estos asuntos. Es necesario destacar el comportamiento respetuoso y tolerante de sus miembros, única manera de lograr la convivencia colectiva.
¿Qué foto, imagen o historia te ha llamado la atención en este tiempo?
¿Historias? Varias: el «puente chorizo» de 25 de Agosto y el Sandú, comentarios en torno al Monumento a la Lavandera, el «Chacho», la «Chuminga» y su hijo, la Tabacalera, recuerdos y vivencias que transmiten ternura, humildad, sencillez, amistad, honestidad, apego al trabajo… En otro plano, las restauraciones de Santiago Marrero, son geniales: ponen vida y color a documentos antiquísimos. ¿Foto? Una personalísima.
Resulta que soy criado en el campo, en la zona de Paso Valdés y Cuchilla Casa de Piedra. En esos parajes tuve el primer amigo de la infancia, el único vecino, Gustavo González a quien nunca más vi (desde 1964 a 2019). Pues, hace algunos años en Buenos Aires, durante un recital, alguien me alcanzó un sobre diciendo «esto es para ti».
Cuando lo abro en mi casa, ¡oh, sorpresa! se trataba de una publicación del año 1968 de la Universidad de la República (Montevideo) sobre «Paso de las Flores», localidad relacionada con aquellos pagos de mi niñez. Nunca supe quién me hizo semejante y feliz obsequio.
Veinte años después, fotografié el librillo y empecé a publicarlo en el Grupo de Fotos. Hace quince días, sobre la preciosa imagen gráfica del carrero, quien acompaña las tres yuntas de bueyes que tiran, una persona escribe: «¡Este es mi padre!». Otra tremenda sorpresa y de inmediato, respondo «¿En serio? ¿Puedes contarme algo al respecto, de la zona y de ese lugar?» Con simple ánimo de indagar el hecho folklórico de un oficio y medio de transporte casi extinguido hoy en día… Pero resulta que la persona consulta con su padre y contesta: «papá comenta qué el lugar es Cerro Baúl, en Cuchilla Casa de Piedra. Frente a la portera que entraba a lo Fernández. Él iba de Santa Rita para Cerro Travieso con una mudanza, la de su familia. La historia de la foto dice que dos personas, los autores del libro, se detienen y le piden tomar la imagen. Papá describe hasta los nombres de los bueyes, (Mosquito y Barcino, Madruga y Temprano, Sarazo y Mascarado) je, la yegua era una tordilla de la Tía Blanquita. El sombrero se lo había hecho la madre, la abuela Blanca. Recuerdo de niña ver el libro en casa y que él comentara varias anécdotas de la situación».
Al instante, me trasporté más de medio siglo atrás, no reparé en los nombres ni apellidos de los involucrados, porque el Cerro Baúl me es muy familiar de aquella cuchilla, por esa portera entraba para visitar a entrañables vecinos y junto a ese lugar había una pista de carreras donde gané una penca con mi flete.
¡Nunca había llorado por el nombre de seis bueyes! Tal la emoción por revivir retazos de mi infancia… Hasta que termino la composición, y conclusión, final: resulta que el carrero de la foto era Gustavo, ¡aquel amiguito de
gurí!, el sombreo que porta se lo había hecho su madre (Blanca) y la yegua que monta era de su hermana (Blanquita). Él transitaba por ese camino cuando lo cruzaron los investigadores universitarios de Paso de las Flores. Pararon el auto, sacaron la foto y siguieron… Título del capítulo: HISTORIA DE UNA FOTO…
¿Qué te genera internamente leer historias o ver las imágenes de nuestro pueblo en siglos pasados o de personajes que han marcado una época en el departamento.
Emociones intensas, afectos, evocaciones; deseos de indagar, conocer nuestras raíces sociales y culturales; profundizar, rescatar, preservar y valorizar los bienes patrimoniales. Con las imágenes, recuerdos e historias de
nuestro pueblo y sus personaspersonajes he aprendido mucho, muchísimo… Y he ¡reído y llorado al unísono! En esta dirección, agradezco infinitamente a todos los miembros del Grupo.