Frente Amplio – Edil Alicia Stinton
Hace mucho tiempo, cuando la gente tenía que resolver los temas que eran de todos porque habían pasado a convivir juntos en ciudades, que se llamaban Polis, nació la política y con ella la democracia, porque era mejor resolverlo juntos.
Ese es el valor de la política y la democracia; una forma de vincularnos encarando nuestros temas y los que tenemos en común con los otros porque no vivimos aislados y lo que pasa alrededor nos afecta y hace que vivamos mejor o peor como seres humanos, con oportunidades y derechos para hacerlo. Pero política, democracia y derechos no han sido siempre como hoy; han ido avanzando en un largo camino.
Al principio la política era solo para algunos hombres libres. Después para los hombres con dinero. Después para todos sin importar lo que tuvieran, si eran hombres. Luego las mujeres con sus luchas consiguieron votar y sigue la lucha por más derechos políticos pero también sociales, económicos y culturales. Y para más gente. La democracia y la igualdad de derechos, que en el fondo es reconocer el valor de todos y todas por igual, con iguales oportunidades, es una causa en la que a cada época le corresponde avanzar e ir sumando a los que quedaron injustamente excluidos o rezagados.
Cada generación ha hecho su parte en el avance de los derechos humanos y nosotros tenemos que hacer la nuestra. Por eso si bien son causas de y para todos los días, tomamos momentos para visibilizarlas más: julio es el destinado a la afro descendencia.
Destinar el mes de julio a la afro descendencia, el día Mandela y de la mujer afro latina y de la diáspora, conmemorar un día nacional del Candombe, la cultura afro uruguaya y la Equidad Racial el 3 de diciembre, son formas de valoración de este aporte y de nuestra diversidad.
Pero son también formas de reparar años de injusticia y desigualdad apostando a un cambio cultural y social que avanza hacia el reconocimiento, la justicia y el desarrollo, objetivos definidos por las Naciones Unidas para la población afro descendiente para esta década.
La población afro descendiente sufrió la esclavitud primero y luego sus consecuencias. En primer lugar, al permanecer el racismo como ideología de la diferencia de las personas por el color de su piel, lo que justificó su explotación por ser “negros”, no seres humanos sujetos de derechos sino cosas que se podían comprar, vender y someter. En segundo lugar y vinculado a esa supervivencia de prejuicios, al seguir postergada por continuar realizando las tareas menos remuneradas y valoradas de la sociedad. Por tanto continuar viviendo en condiciones de desigualdad como hasta el día de hoy muestra los indicadores sociodemográficos. Y por último, también al ser negada e invisibilizada su presencia y aporte por considerarse algo negativo.
Impulsando y apoyando estas iniciativas, apostamos y aportamos a la mejor política y a la democracia como forma de vida y de progreso para el desarrollo pleno y el relacionamiento más humano de las personas, valorando el aporte de todas y de todos con iguales derechos y oportunidades. Son causas que deben encontrarnos sin importar religiones, partidos o cualquier diferencia.
Pero para los que somos progresistas, de izquierda, es una cuestión ética que hace a nuestra identidad, por aquello de “sentir como propia cualquier injusticia que se cometa contra cualquiera, en cualquier parte”. Esta es la invitación y el compromiso.
Estas palabras no son mías, agradezco su redacción al compañero Edgardo Ortuño, primer ciudadano negro electo como Legislador Nacional en Uruguay y que luego se desempeñara en el cargo de Vice-Ministro de Industria y Energía. Todo esto sucedió para nuestro orgullo en gobiernos del Frente Amplio.