Se trata de un envoltorio reutilizable que mantiene los alimentos por más tiempo; la fórmula incluye cera de abeja, aceite de jojoba y resina de pino
El estampado es lo de menos: las hojas, los gatitos o las piñas dan un toque de alegría, sí, pero ese retazo de tela, que parece un repasador cualquiera, es producto de un desarrollo de una química farmacéutica uruguaya que lo ha transformado en un envoltorio reutilizable que permite dos cosas: darle una mayor durabilidad a los alimentos y sustituir el uso del nylon film. Laura Magallanes, quien vive en el paisaje protegido de Paso Centurión, en el departamento de Cerro Largo, empezó a probar combinaciones y recetas para encontrar una fórmula que transformara la tela de algodón en un envoltorio duradero para los alimentos que cocinaba en su emprendimiento de ecoturismo.
Terminó creando lo que llamó ApiPaq, queestán hechos de algodón, cera de abejas, aceite de jojoba y resina de pino y se adhieren a un recipiente como el nylon film pero conserva propiedades de adherencia y antibacterianas por al menos un año. ¿Y qué pasa cuando hay que tirarlo? “Se lo echa en la compostera y vuelve a la tierra”, dijo a El País.
¿Cuáles son las propiedades?
La elección de la materia prima se explica de la siguiente manera. La cera de abeja –que proviene del apiario familiar– brinda propiedades antisépticas y logra que el aceite de jojoba y la resina de pino queden bien esparcidos sobre la tela. La cera hace que los alimentos duren más tiempo que si se los envuelve con film o si se los guarda en un tupper “Permite que respiren, que no agarren olores externos y hace un intercambio de humedad apropiado. Mantiene vivo al alimento”, relató Magallanes.
El aceite de jojoba y la resina de pino hacen que el resultado sea maleable y adhesivo. La combinación final en la fórmula llevó bastante tiempo de preparación.
Primero la química usó aceite de coco, por tratarse un producto más económico que el aceite de jojoba, pero provocaba que la tela quedara rancia en poco
tiempo. Tampoco funcionó con bajas cantidades de aceite de jojoba, el que proviene de un arbusto que no es nativo de Uruguay y que es bastante caro.
Los dos últimos ingredientes también comparten la asepsia por lo que el envoltorio tratado no reproduce ninguna bacteria ni ningún hongo. Su aplicación es sencilla: para que quede adherido a un recipiente –un bowl, una asadera o un mismo un pan o frutas–, basta con el calor de las manos. Esto hará que se
moldee de forma fácil. El único cuidado que hay que tener, según Magallanes, es que no entre en contacto con agua o superficie caliente, puesto hará
que la cera se derrita más rápidamente y que la tela pierda su cobertura.
Para lavarlo, entonces, es recomendable el agua fría: solo un enjuague con un poco de jabón o incluso con hipoclorito de sodio para garantizar la desinfección.
“No recomendamos cubrir carne cruda con ApiPaq, ya que al no poder lavarse con agua caliente, puede generarse contaminación cruzada entre alimentos”, advirtió la química.
Si es cuidado de forma correcta, el envoltorio ecológico puede durar intacto por un año. Una vez que haya cumplido su ciclo, puede ser arrojado
en una compostera para su degradación. “El residuo es cero”, recordó Magallanes.
Medida sustentable. La creadora de los ApiPaq los usa para hacer sus compras. Cuando pide queso, por ejemplo, pide que ya se lo envuelvan en su producto
para evitar todo tipo de plástico. “Erradicamos el nylon film de nuestra vida”, apuntó. Eso sí, dijo que se lo aceptan en los locales de Melo pero no
así en Montevideo; entonces, cuando viene de visita, termina con bolsas plásticas.
Esta tela ecológica es una buena solución para aquellos que quieren dar un paso a favor del medioambiente y empezar a reducir el consumo de plásticos de un solo uso.
La tela puede ser adquirida en la página del emprendimiento (www.apipaq.com.uy) en diversos tamaños y diseños. Por ejemplo, el más pequeño, un cuadrado de 18 por 18 centímetros de tela de algodón, es suficiente para cubrir una media manzana o un vaso cuesta $ 80; la opción más grande, de 45 por 50
centímetros, ideal para cubrir fuentes y asaderas grandes o una media sandía, cuesta $ 480.
Fuente: El País